domingo, 25 de noviembre de 2012

Jaques Rigaut: Irrealidad

Irréalité                                         Irrealidad


Se passer la main sur le visage,        Pasarse la mano por la cara,
la crainte angoissée                        y el miedo ansioso   
de n’y plus trouver ni nez,               al no encontrar más la nariz,
ni bouche,                                     o la boca,
tous traits effacés                          borrados todos los rasgos
comme sur un dessin…                    como en un dibujo..

viernes, 23 de noviembre de 2012

El extraño de Gomorra

Un hombre vino del desierto. Arribó ayer a mediodía, cuando no había sombras en el cetrino suelo de tierra. Entró en la plaza arrastrando penosamente sus sandalias; un jubón harapiento y gris le ataviaba el cuerpo. Trajo consigo una negra piltrafa de carne de serpiente y un báculo. Se sentó a la sombra de un muro de mampostería y no se ha movido, hasta ahora.   
     En la mañana noté que la sed lo abrasaba. Le acerqué un cuenco con un poco de agua fría, me miró con ojos perplejos y tomó el cuenco, lentamente lo llevó a su boca. No había dado ni un sorbo cuando un vecino bruscamente se lo arrebató de las manos, -no hay agua para extranjeros-, me reprimió. El hombre no protestó, se resignó a observar cómo el vecino vertía inicuamente el agua en la tierra pálida. Recogí el recipiente que había caído al piso y miré con tristeza al reseco hombre. Me fui a casa, el vecino se quedó imprecando al anciano surgido del desierto.
     
Hay un tumulto en la plaza; los hombres del pueblo, en cónclave, están lapidando al extranjero. Pero de sus heridas no brota sangre, brota arena, dorada e infinita arena rebosa de sus profundas dilaceraciones. 
Han dejado de apedrear el promontorio, el hombre volvió a su elemento, se ha perdido en su cosmos de profusa arena. -!Ahuyentamos al demonio!- se carcajea la plaza.

Salí del pueblo a recoger algunas espigas en el campo, una insignificante herida en el pie izquierdo me demoró a la sombra de un frondoso árbol. Enrojeció el cielo, creí que el ocaso se había adelantado. A unos pasos del pueblo, noté las oscuras columnas de humo, más adelante, los tejados jironados por el fuego y los muros hollinados. En la plaza pululaban descuartizados y ennegrecidos los cuerpos de los que antes fueran mis congéneres. Ya no supe qué pensar, acaso mis padres también estarían muertos.  


lunes, 19 de noviembre de 2012

Suicidio Filosófico 3

Destapé el frasco y vertí algunas píldoras en el cuenco que hice con la mano izquierda. Abrí las cortinas del apartamento; el incendio del atardecer me inundó los ojos. Abajo, en la calle, una fila de automóviles esperaba luz verde. Tres palomas grises rayaron el rojo cielo. 

Intenté matar los recuerdos. Fracasé. Ya no sentí la opresión del tiempo. Me quité las pesadas cadenas del minutero. Abjuré de Dios y del Diablo. La bondad y la maldad son atributos humanos, resolví. Un anciano, en el lado opuesto de la calle, escupió hacia la avenida. Un niño pequeño lloraba en la habitación contigua.

La incipiente penumbra del firmamento fue llenando el ámbito de la habitación. Me figuré todo como un sueño. Corrí las ventanas. El gélido viento moldeó mis rasgos. Tragué las pastillas, el grifo del baño goteaba. Me senté en el borde de la cama y esperé. 

Afuera se cernía la noche.     

domingo, 18 de noviembre de 2012

Versos de Agua...


...que se escurren como noche
sobre el canalillo de tus senos,
que rebosan burbujeantes en
el blanco incendio de tu vientre
y que vaporizan 
al contacto con mi cuerpo.
Versos líquidos, tristes versos,
que se derraman más allá del lecho incierto
de mi fantasía, que mueren secos
a mitad de la escalera,
que florecen en tu boca.
Mar, lago, río, letra a letra
caen en lluvia, informes versos,
y se amoldan: tus contornos.
Versos que salen de tus ojos y resbalan,
canto de agua, cerúlea sinfonía,
versos minerales mojan esta sábana,
derriten las almohadas, funden nuestras voces
y empapan mis entrañas.
Me ahogo, nos ahogamos,
en este líquido incesante, en el paroxismo
de estos versos
que viven en el agua.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Espirales


                    Tres voces, un llano,
    caminar, sin rumbo,
                   ecos de agua,
                      la luna, amarillenta,
                                          heliotropos tiernos,
                                                          sudar, sangre elemental,
                                                        rostros calcáreos,
                                          arterias, no palpitan,
                        cráneo agusanado,
           costras de vida,
inanición temporal,
                      detrimento de hierba,
                                        vientos, azulencos,
                                                         sendas, de espinas, 
                                            nardos grises,
                                                              notas, notas, de aire,
                               llamas de agua,
                        susurros,
                                   barro de fuego,
                                                     gritos, jironados,
                       noche blanca,
negro, menguante,
                 levante incierto,
                                     sulfuros, cráteres,
                                                         ojos, reptan,
                                          pálida insurrección,
                               espirales de arena,
                 espirales de tiempo,
caras líquidas,
                       momentáneo, dialecto,
        por siempre, para siempre,
regreso. 

martes, 13 de noviembre de 2012

Cara de Agua

La noche borra noches en tu rostro...
OCTAVIO PAZ, Nuevo Rostro

Durmió hasta tarde. Soñó un río de aguas diáfanas y márgenes inciertas. Soñó cada piedra, cada hoja, cada reflejo en el curso y cada insecto que lo sobrevolaba. Soñó que lo abandonaba unos momentos y que al volver el río difería del anterior. Creyó, en sueños, que el río no era el mismo porque las aguas se movían regularmente. El río jamás sería el mismo porque el curso conmutaba. 
La noche trabajó sus rasgos. Afuera llovía. Despertó muy lentamente; el claro río seguía en su pensamiento. Fue al espejo, atisbó en él a otro hombre, no al de ayer ni al de antier, ni al de hace algunas horas, ni al que reconoció en el sueño. Era un hombre y era muchos. Prevalecía en su inexacto rostro una continua metamorfosis, un deleznable cambio. Ya no pensó en el río; acaso las aguas cambiaban menos que los rasgos de su cara.      

sábado, 10 de noviembre de 2012

Sans Temps


Algún día me decidiré a escribir algo bueno...

Desemboqué en Donceles y el calor de la tarde me pegó de lleno en la sensible piel de la nuca. Me escoció. Me quité los audífonos y entré a una de las múltiples librerías de usados que están a lo largo de la calle. El fresco del local literario relajó mi nuca ardiente.

Interrogué curioso una mesa de literatura francesa (los mínimos precios bien valían la autopsia), y, salvo unas versiones compendiadas de Balzac, todo me resultó prescindible. Desistí la búsqueda y me aproximé, esperanzado, a la sección de filosofía (las secciones se delimitan con letreros oblongos en lo alto de las repisas, a la vista de los visitantes). En vano examiné los anaqueles; no encontré nada de Schopenhauer y de Nietzsche había sólo un antiguo volumen en alemán de Ecce Homo. No sé alemán.
Cuando pasé a la sección de literatura rusa me entusiasmé muchísimo con la casi irreal teofanía de Los Demonios de Dostoievski, a dos tomos y en una edición en pasta dura con forro de seda roja, en perfecto estado; la novela estaba entre un copioso volumen de La Guerra y La Paz y una tímida traducción del Sujodol de Iván Bunin. Tomé el primer tomo y tuve la perversa, casi erótica, sensación de quien acaricia un cuerpo prohibido o descubre un placer secreto. Abrí el libro y descubrí lo secreto y lo prohibido; en la parte superior derecha de la primera página estaba adosada una estampilla con el precio; era un abuso. Casi con melancolía, regresé el volumen a su lugar.
Dirigí la vista hacia el fondo de la librería y advertí el letrero fosforescente de la sección de psicología. A pesar de no ser un avezado de la psicología, esperaba, llevado más por la curiosidad que por la convicción, hallar algo de Lacan. Nunca lo había leído y sin embargo había escuchado de la bizarría de su prosa; quería acometer la lectura de alguna de sus obras. No hallé nada, en su lugar adiviné una abundante colección de Freud y algunos trabajos de Jung. No reconocí a los otros autores.

Detrás de mí se pronunciaba una profusa cantidad de bestsellers; de malos bestsellers en realidad. Acaso eché un vistazo por puro ocio. En medio del enorme librero me topé con un estrecho, una delgada brecha hacia una sección desconocida de la librería (logré distinguir más anaqueles del otro lado). Ponderé la anchura del pasadizo; sólo podría cruzarlo de lado una persona esbelta. Me llamó la atención el letrero que precedía el pasadizo. Mostraba la siguiente inscripción: La Chambre Sans Le Temps. No sé si por vanidad (porque sé francés) o por intriga, crucé el umbral de lado.

La habitación era mucho más grande de lo que pensé, al mirar del otro lado. Contemplé azorado la enigmática arquitectura del cuarto; no tenía ángulos, o, tal vez, tenía vértices y ángulos infinitos; era una íntegra esfera, un orbe de libreros, anaqueles y repisas atestados de ignota literatura. La posición de los anaqueles coincidía cabalmente con la circunferencia de la habitación. No juzgué espacios muertos y los únicos sitios en que no descubrí libros fueron el suelo cóncavo en el que me encontraba y la estrecha hendija por la que había ingresado.
Me fue imposible ignorar las casi subyugantes sensaciones de extrañeza y aislamiento que saturaban el espacio. Cuestioné el mecanismo de sujeción que mantenía fijos los volúmenes en el techo. Pensé en una falla del mecanismo y en todos los libros precipitándose sobre mí. Supuse que esta nueva sección estaba especializada en lenguas desconocidas (o para mí, al menos). Todos, en algún momento, hemos oído hablar del sanscrito o el arameo, o los sistemas filológicos del Indostán. Creo que la vasta unanimidad de la biblioteca pertenecía a alguna o varias de estas lenguas tempranas. Los clientes acaso no frecuentaban esta parte de la librería por esa razón.

Tomé al azar un libro, lo desempolvé y lo hojeé. No entendí nada. Inspeccioné algunos otros y luego me aburrí. No estuve más de cinco minutos en la habitación. Cuando salí ya no había libros, más bien, ya no era una librería. Era un local de control y robótica. Pregunté al androide que atendía que qué había pasado con la librería. No me entendió o no me escuchó.
Los androides pululaban por todas partes y el sol en la calle estaba más ardiente que nunca. 

martes, 6 de noviembre de 2012

No sé escribir poesía


Yo no sé escribir poesía,
ni modelar esa sustancia exquisita
de que se componen las palabras,
no entiendo de hexámetros o leoninos o pareados;
las leyes de la métrica me tienen sin cuidado.

Simulo que la leo pero no comprendo a William Butler Yeats,
y no tengo tormentos que me acerquen a Rimbaud,
acaso me imagino como un hombre sin talento
para tratar con la agonía y vertirla
tras la delicada punta de un bolígrafo de negro;
la página se macula con mi pulso temeroso
y tras de sí, en su reguero displicente, una
frase malograda yace rogando por las brasas.

Yo no sé escribir poesía,
no sé escribir un sol, una tormenta, un mar picado,
no puedo deletrear una luna en su fulgor;
me rindo frente a la montaña 
y caigo de bruces ante el firmamento;
pero sin embargo, tengo muy en cuenta
que la poesía acaso se escribe sin poetas.





sábado, 3 de noviembre de 2012

Lars Von Trier: Genio y rebeldía

El cine debería sentirse como se siente 
una piedra en el zapato.
Lars Von Trier

Quizá no haya otra expresión artística que conjugue tantos elementos (música, literatura, teatro, fotografía, diseño, danza, etc.) como lo hace la cinematografía. El cinema es un arte de artes. 
Por mi parte puedo argüir que el cine, después de la literatura, es mi forma de expresión predilecta. 
Hoy el blog dará un nuevo giro y, con temor a ser indigno de ello, comenzaré a hablar de cine.

Inaugurar una nueva sección es harto difícil porque marca el rumbo de lo que serán las próximas publicaciones, por eso, para empezar de digna forma, está página estará dedicada al genio del danés Lars Von Trier.


Lars Von Trier

Lars Trier (como aparece originalmente en su acta de nacimiento) nació en Copenhague, Dinamarca, el 30 de abril de 1956. Su madre había prefijado que fuera artista, razón que la llevó a embarazarse de un pintor. Años después, cuando la madre estuviera en su lecho de muerte, confesaría a Von Trier que su verdadero padre no era aquel con el que se sentaba a cenar a la mesa todas las noches.
Von Trier siempre fue un cineasta prematuro; a temprana edad consiguió su primera cámara, una modesta super 8 con la que solía filmar gran parte de su cotidianidad. Ingresa en los 80's a la escuela de cine de Conpenhague y entre 1981 y 1982 gana varios premios en el Festival de Cine de Munich. Se gradúa de la academia en 1983.
Su opera prima: El elemento del crimen (1984) es inscrita en el Festival de Cannes y gana un premio por logro técnico, esta inauguraría su Trilogía Europea.
Agregaría un Von a su nombre en homenaje a los cineastas Erich Von Stroheim y Josef Von Sternberg.
Lanza en 1987 la segunda parte de su trilogía europea: Epidemic, una cinta no muy bien acogida por la crítica que narra la vida de un cineasta (interpretado por él) que trata de conseguir fondos para la realización de una película sobre un virus que asedia a Alemania.
Le llegaría la fama con la última parte de su trilogía: Europa (1991). Su cinta consigue el tercer puesto en el Festival de Cannes; abjura de Roman Polanski, quien en ese entonces era presidente del jurado, y se autoproclama ganador moral del certamen. Su film es innovador, mezcla escenas en blanco y negro con escenas a color.
La visión experimental de Von Trier tendría dos de sus mayores ejemplos con el surgimiento del proyecto fílmico Dimensión o Día D consistente en el rodaje de una cinta sólo tres minutos al año durante treinta años, que según planea se estrene en el 2024, y la creación, junto a Thomas Vinterberg, del Dogma 95, un decálogo de reglas fílmicas inalienables. 

El Dogma 95 plantea un diametral rechazo a las superproducciones, a la utilización de efectos especiales y a todos los convencionalismos del cine. El también llamado Voto de Castidad es el siguiente:

1. Los rodajes tienen que llevarse a cabo en localizaciones reales. No se puede decorar ni crear un "set". Si un artículo u objeto es necesario para el desarrollo de la historia, se debe buscar una localización donde estén los objetos necesarios.  
2. El sonido no puede ser mezclado separadamente de las imágenes o viceversa (la música no debe ser usada, a menos que esta sea grabada en el mismo lugar donde la escena está siendo rodada).  
3. Se rodará cámara en mano. Cualquier movimiento o inmovilidad debido a la mano está permitido. (La película no debe tener lugar donde esté la cámara, el rodaje debe tener lugar donde la película tiene lugar). 
4. La película tiene que ser en color. Luz especial o artificial no está permitida (si la luz no alcanza para rodar una determinada escena, ésta debe ser eliminada o, en rigor, se le puede enchufar un foco simple a la cámara). 
5. Se prohíben los efectos ópticos y los filtros. 
6. La película no puede tener una acción o desarrollo superficial (no pueden mostrarse armas ni pueden ocurrir crímenes en la historia). 
7. Se prohíbe la alineación temporal o espacial. (Esto es para corroborar que la película tiene lugar aquí y ahora). 
8. No se aceptan películas de género. 
9. El formato de la película debe ser de 35 mm. 
10. El director no debe aparecer en los títulos de crédito. 
De este dogma saldría uno de los mejores filmes de Von Trier, Rompiendo las Olas (1996), quien ganaría el premio especial del jurado en el Festival de Cannes, y una nominación a los premios Óscar de su protagonista Emily Watson. En está cinta Von Trier también rompería los estatutos de Dogma; el final de la película es una escena digitalizada.
Rompiendo las Olas sería el inicio de una nueva trilogía: El Corazón de Oro, a la que le seguirían Los Idiotas (1988), censurada debido a sus fuertes escenas sexuales y apegada por completo a Dogma, y Bailando en la Oscuridad (2000), protagonizada por la cantante finlandesa Björk y ganadora de la Palme D'or en el Festival de Cannes. La canción de la cinta I've Seen it All fue nominada a los Óscar como mejor canción.

Su última trilogía, U.S.A., está conformada por Dogville (2003), rodada por completo en un hangar cerrado y protagonizada por Nicole Kidman, Manderlay (2005), protagonizada ahora por Bryce Dallas Howard y que sigue la misma línea de Dogville, y Washington que aún continúa en producción. Lars ha sido criticado por tratar temas americanos sin nunca haber pisado Norteamérica, debido en parte a su miedo a volar.

En el Festival de Cannes de 2009 presentó su cinta Anticristo, film de género fuertemente criticado por sus escenas sexuales y de automutilación; es protagonizado por Charlotte Gainsbourg, quien gana el premio a mejor actriz, y Willem Dafoe, y me parece una de las películas más perturbadoras que jamás se hayan realizado.

En Cannes 2011 estrena Melancolía, drama psicológico que explora la psique de una familia conocedora del inevitable fin del mundo. Es protagonizada por Kirsten Dunst, quien también ganó el premio a mejor actriz, y Charlotte Gainsbourg. Hasta el momento, está perfilada como la obra maestra de Von Trier.
En estos momentos se encuentra en rodaje Nymphomaniac, nuevo trabajo que retratará el despertar sexual de una mujer y que será protagonizado por su ya habitual y genial actriz Charlotte Gainsbourg.

Estilo e ideología 

Lars Von Trier se caracteriza por ser un cineasta que no sigue las reglas. De ahí que Dogma 95 no fuera sino un manifiesto contra las convenciones y los clichés del cine de los ochentas y los noventas. Ya una ideología similar había precedido a la suya, me refiero a los disidentes de los setentas: Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Denis Hopper, Paul Schrader, Charles Burnett, entre otros, quienes refutaron los métodos fílmicos de Hollywood. 
Así, Von Trier fue un director polémico desde sus inicios; burlándose de los cánones se abrió paso en una industria excluyente, cosa que sólo puede alcanzarse o siendo un "vendido" o siendo un genio. Lars optó por lo segundo:
"Soy un melancólico danés masturbándose en la oscuridad ante las imágenes de la industria del cine"  
Hizo de la pornografía una de las formas del arte (Los idiotas, Anticristo) y jugó inteligentemente con los temas contemporáneos para darles dignidad y verosimilitud (el fin del mundo, Melancolía). Las protagonistas de sus películas suelen ser mujeres atribuladas, que buscan redención. Excluye las trivialidades y todo lo que no sea digno de ser añadido a una secuencia. Cuida hasta lo obsesivo la fotografía y cada ángulo de cámara. A veces hace uso de múltiples tripies (cien cámaras fijas en una secuencia de Dancer in the Dark). Cuando utiliza efectos visuales, hace de cada cuadro un poema (Anticristo, Melancolía), aprovecha perfectamente el recurso del superslow. Teatraliza sus películas (Dogville, Manderlay). Sus argumentos son sólidos y viven por sí mismos, su casting es prodigioso. 
Una de las virtudes del estilo de Von Trier es que no tiene un estilo, explota la metamorfosis del ámbito, su pensamiento es inextricable. Lars Von Trier no se define por una película, se define por el conjunto de todas sus películas; estas no se parecen entre sí. 
Si hoy vieras Rompiendo las Olas y mañana Melancolía jurarías que son de un director distinto. Así es Lars Von Trier: polémico, impredecible, experimental, rebelde. Así son sus cintas: profundas, entrañables, como traer una piedrita en el zapato.     

Nota: Von Trier también ha dirigido The Kingdom, una serie danesa de culto.

jueves, 1 de noviembre de 2012

L'Eternité

Se fue hace algunas décadas.  
Al principio quise poblar las horas vacías con el ajedrez. Pensé en el número de combinaciones, ramificaciones y posibilidades con las que se puede operar una jugada, en los aspectos contextuales de la partida, en la habilidad o en la inepcia del adversario. Memoricé todas las tácticas defensivas y ofensivas descritas en los libros, las imité y las conmuté hasta el tedio. Hace veinte años, un hombre de descuidada barba gris me ganó. 
Dejé el ajedrez porque hay códigos en el tablero que ni la memoria más vasta ni el genio más lúcido pueden descifrar.   

Intenté con la literatura, esa mezcla heterogénea de realidad y de sueño tan difundida y subestimada en el planeta. Emprendí la ardua lectura de los griegos; al rapsoda épico, a su alumno, a Platón y a Sócrates, a Heráclito, a Demóstenes, al universal Aristóteles y a Píndaro el poeta. La geografía me acercó a Séneca y a Plinio. Leí La Tempestad, El Quijote, El Fausto, El Decameron, Rojo y Negro, La Divina Comedia y El Evangelio; este último es el que más abunda en licencias literarias. Profesé una variación del panteísmo de Bruno y Spinoza, en el que Dios es y no es. Inexorablemente, comencé a escribir.

Escribí poesía (intentos), prosa poética, cuento, novela y un misceláneo e inexperto trabajo sobre la condición del tiempo que poco después me llevó a quitar todos los relojes de la casa. 

Me acometió el temor de escribir algo que ya hubiera sido escrito, por ejemplo, Ana Karenina; no me pareció descabellada esa idea. Tarde o temprano sería Simbad o Tom Sawyer, Raskolnikov, Gregor Samsa, Gatsby, Aureliano Buendía, Teseo o Ingmar Bergman. Así como la noche se confunde con el infinito, mi rostro se confundiría con los rostros de todos los hombres.


Me cansé de las palabras y erré sobre veredas de piedra, caminé entre jardines de plácida hierba y me perdí entre callejones de oscura melancolía. Practiqué crudamente el estupro y la sodomía. Me entregué a la riña y a la expoliación. Vanamente sucumbí al alcohol. Crecieron mi barba y mi cabello. Maté y traicioné por placer, sentí la negra y obscena sangre correr entre mis dedos. Conjeturé que no sería menos o más asesino por matar a uno o a veinte hombres, así que hice de la muerte una costumbre. 


Hace tres años me capturaron junto al Ródano. El juzgado me computó quinientos doce años más veinticinco cadenas perpetuas. Desde entonces la vida es aburrida. Aquí adentro la comida es mala, los baños están sucios y el sexo es enfermizo. Lleno mis días con la lectura de Nietzsche y el baloncesto. He vuelto a la escritura; a veces flojamente escribo notas como esta. Espero que algún día llegué mi redención. Ahora sólo me queda esperar que se pierdan los siglos, se herrumbren los barrotes y se desmoronen los muros de este presidio; se olviden de mí como involuntariamente se olvidan los versos de un soneto.