domingo, 30 de octubre de 2011

Sobre la Realidad

Bien sabemos que la realidad es un concepto indefinible, a la cual no se le puede concebir un significado concreto. Filósofos y científicos han buscado en vano una explicación tanto metafísica  como científica sin llegar a tal, claro en el estricto sentido de que sea concebible para la mayoría de las personas.
Ahora bien, las masas tienen un concepto popular de lo que es la realidad, este concepto que se ha dado a través de los siglos, es el que prevalece en nuestro limitado entendimiento. Dicho concepto relaciona todos nuestros sentidos, es decir, se vale de ellos para tener una base sobre lo cual decir qué es la realidad, a mi parecer para nosotros es real todo aquello que vemos, olemos, tocamos, oímos y degustamos, todo lo que la tradición y la naturaleza humana marca como "realidad".
Filosofando un poco, podriamos adentrarnos en el concepto y verlo desde una perspectiva diferente, desde la perspectiva de lo "sobrenatural", pensar, por ejemplo, que tal vez estamos limitados en lo que nos marcan nuestros delicados instrumentos psíquicos, que probablemente las cosas que vemos, como los colores, están delimitados con base en lo que nuestro cerebro percibe y que a lo mejor no es lo mismo que pueda estar ahí afuera, afuera de nuestra mente.
Quién podría asegurar que está vivo, y que no es el sueño de un ente superior, que no es el sueño de otra persona, y es que muchos podrán referirse a la vida en base a lo que sienten, como el dolor físico, pero desgraciadamente se vuelve a lo mismo de estar delimitados por nuestra mente, cómo podemos asegurar que el dolor existe, y que no es un espejismo trazado por la mentalidad, ya ven que muchos suelen decir: "el dolor está en la mente", posiblemente esto oculte una gran verdad.
No pretendo demostrar algo que grandes filósofos han intentado por siglos, ni mucho menos, sólo quiero dar mi más humilde opinión sobre el tema. Yo creo que la "realidad", desde mi punto de vista, no es más que otro sueño del que somos cautivos y que probablemente este termine con la muerte, pero a mi me gusta sonar más poético y pensar que continúa una eternidad, si, que el sueño perdura por siempre, y que solo se cambia el contexto en el que se "vive". Quién nos puede negar, que todos nuestros sueños no son más que multiples realidades, alimentadas por nuestra psique. Y no estoy diciendo que no voy a vivir al máximo sólo porque pienso que la vida es como un sueño, al contrario nuestra mente y sus limitaciones, afortunadamente, no limitan el placer, y este se puede sentir indudablemente en esta "realidad" fantasiosa, así que yo voy en contra de el nihilismo, en esta "vida" existen una infinidad de motivos por los cuales "vivir".
En concreto: "La realidad es mi más lúcida fantasía".
Nota: una disculpa si suena un poco ambiguo, el concepto en sí, es ambiguo, pero es un pensamiento muy personal que tenía que plasmar.
Alexis

jueves, 13 de octubre de 2011

Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez (Premio Nobel de Literatura 1982)
Gabriel José García Márquez  nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza.  
Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia  fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.  
En 1961 publicóEl coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya  los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.  
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado  al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso.  
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida:  El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde,  publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor. 
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa.  Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez,Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos  novelas.