lunes, 29 de julio de 2013

El ladrón del fuego

En la hosca roca Prometeo
Yace perpetuamente encadenado,
En lo alto, el rumor del aleteo
Del águila inmortal es perpetrado.
Desciende trágica el declive
Del brusco Cáucaso ignorado,
El pico irracional está proclive
Hacia el divino vientre deshonrado.
Surgen las entrañas inmortales
Devoradas una eternidad de veces;
Prometeo recuerda cuántas veces
Abjuró de los designios celestiales.
Recuerda largamente el desatino
De robar con una vara el fuego;
En el alto empíreo se oye el ruego
Que le espolea su trágico destino.
Las noches estelares ya se destejen
En días no menos largos en que se tejen
Una y otra vez los lóbulos del hígado.
Y el ave inmemorial, al borde del hartazgo,
Al cabo de los años urde el hallazgo:
El demiurgo a la piedra se ha ligado.

El verso libre exige un sentido del ritmo y de la música que creo desconocer. Esta circunstancia infeliz me ha espoleado a optar por la rima, que acaso es más accesible. La rima, al diferencia del verso libre, impone una estructura cuyo metro es aconsejable obedecer. Por abulia o por desdén, he ignorado la regla.
      El tema del poema* que precede este escolio es harto frecuentado: el castigo que Zeus inflige a Prometeo, demiurgo de los hombres e ilustre ladrón del fuego sagrado. La historia se halla fácilmente en internet y en el primer libro de la Biblioteca Mitológica de Apolodoro, de cuyas líneas ha devenido el anterior juego de rimas. La última estrofa de la composición es imputable a una lacónica ficción de Kafka.  
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*La noción becqueriana de la poesía deja traslucir que el poema es asaz común en la naturaleza: el amanecer comporta un poema, el nacimiento de la luna es un poema, el vuelo de las aves es una de las infinitas formas de la poesía, etc. El poema no sólo es un tejido de palabras arquetípicas, también es una coyuntura, una imagen delectable o un arcano sonido. “Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”.  

jueves, 18 de julio de 2013

Soy alguien

In memoriam R. W. E.

Soy el eco remoto de un Adán aniquilado,
Soy el tiempo y el espacio, la memoria y el olvido,
Soy el asceta en la cruz y el peregrino en el desierto,
Soy Corán, soy Biblia, soy valles demudados,
Soy Jacob: las doce tribus,
Ego sum qui sum, la lluvia, los abrojos,
Soy Cielo y soy Infierno, soy la historia inveterada
Del lenguaje inmarcesible,
Soy el barro elemental y el arrebol de los crepúsculos,
Soy sudor y esperma y la raíz del olmo en decadencia,
Soy el canto inocuo de los pájaros;
La sumisión desesperada del cordero,
Soy Ulises y soy Zeus,
Soy Vishnú, Hanuman, la fe del eremita,
Soy el baluarte de David y la elegía de Jeremías,
Soy la nube nocturnal y un callejón desamparado,
Soy el hierro por la noche y la herrumbre al mediodía,
Soy gacela y asfódelo, lirio descarnado, azor hambriento,
Soy todas las minucias y todos los excesos,
Soy el urdidor inasible, el conjetural obrero;
Soy el Verbo innominable y el conjunto de todas las cuestiones,
Soy tú y soy todo:
La brusquedad de la montaña,
El fuego consumiéndose en la olvidada hoguera,
Las manchas del jaguar, las rayas de la cebra,
Soy nada: el aleph del cabalista,
El ídolo de piedra, el rey pagano,
La cimitarra del rey persa,
La espada inmaculada del sajón,
Soy la muerte y soy la vida y el sueño interminable
En la vigilia ya extenuada,
Soy el mar y su reflejo: el azul inabarcable
De los cielos,
Soy antes de pensar: la locura de Descartes,
Soy –también- la terrible esfera de Pascal,
Soy la obsesión del griego y la barbarie del vikingo,
Soy el Igdrasil eterno, las ramas del olivo,
Soy el trueno y el destierro y el estanque en que te miras
Narciso de organdí,
Soy la belleza y lo grotesco,
Velázquez y Quevedo,
Soy la guerra en el Ilión:
La sangre derramada por mil bruñidas hojas,
Soy el agua de la fuente y las sombras del estío,
Soy Heráclito, soy el río,
Soy la selva inextricable y la llanura polvorienta,
Soy pasado y soy futuro y el ínfimo presente que los hila,
Soy la arena junto al mar, la cicuta desgarbada, la música de Orfeo,
Soy el Dios que desconoces y que a diario preconizas,
Soy yo, soy tú, soy él:
Soy Nadie:

Soy Todo.