De arduo hierro te imagino
Labrada por metales ancestrales
Veteada de un fulgor adamantino
Y cargada con voces celestiales
La moneda oscura prefigura
El obsequioso nimbo de tu albergo
Y observo en ti la gran hechura
Del hombre que te graba en el exergo
De la historia. Tu aroma y tus fanales
Atraen sin fin al poeta desdichado
Que, eternamente trasnochado,
Te enamora con sílabas carnales
Dios, que te guarda en la memoria,
Regala el polvo y el don de la poesía
Para labrar con letras fieles la armonía
De tu luna coronada por la gloria.
[Sólo entretejo versos cuando me son propicios los astros, que no es muy a menudo. Por lo demás, mi composición no es sino un deficiente ejercicio simbolista.]