lunes, 31 de diciembre de 2012

Mis lecturas, mis films, 2012

 Entre tanto, el tiempo pasa con su tácita crueldad.
GIOVANNI PAPINI, Los consejos de Hamlet

Los hombres están hechos de las mismas substancias de que se componen el sueño y el tiempo. Éste último infiere la historia y prefigura el porvenir. El hiato entre ambos (historia y porvenir) es llamado presente; el presente no existe, es un mero formulismo para eludir las confusiones y salvaguardar un futuro ilusorio y un pasado inextricable. El presente es infinitesimal. Empero, tras algunas lecturas, he descubierto tesis que afirman que el presente es válido, mientras que el pasado y el futuro son espectros "presentes". Son líos harto complejos los del tiempo; el vivir en un continuo salto pasado-futuro o existir en un presente inmutable son cuestiones que atañen a la fe o a la metafísica y no a la mundana física. 

El párrafo introductorio (precedente) pretende ser una provocación al pensamiento. En estos momentos, la tradición mediante, estamos a escasas horas de experimentar el lastimero ocaso del año 2012; el año del fin del mundo (¿Es que acaso se puede probar y aseverar que el mundo no se acabó?, Russell aduce que el mundo fue creado hace unos pocos minutos y que nuestros recuerdos forman parte de un pasado ilusorio); el año de la muerte de Carlos Fuentes y Ray Bradbury; el año que clausura el calendario maya. El hombre vive del porvenir, de lo inasible, propende a las inauguraciones. Hay un afán bien interesante: el de los nuevos inicios, es como un talante de expiación o bautizo que reconforta el cuerpo, acaso el alma. Nos gusta comenzar de nuevo, borrar las culpas, hacer promesas. Nos gusta, además de todo, la fiesta y la borrachera; ¿Hay mejor pretexto que los aniversarios?
No estoy ni a favor ni en contra del cómputo de los años; estoy en contra de cómo me carcomen, soy detractor empecinado del daño biológico y de la inevitable vejez. Pero no puedo hacer nada. Lo que sí puedo hacer es repasar mis lecturas a lo largo de los días. Este año, quizá por haraganería, no leí tanto como hubiera deseado. Pero sin embargo tuve memorables lecturas. 
El tiempo es una espiral infinita; quizás dentro de mil años, en Escandinavia o en el Indostán o en algún arrabal de Praga, un hombre o una mujer repita mis lecturas tan fervientemente como yo las he hecho.

Los libros que leí, por autor:

Asturias, Miguel Ángel:

-  El Señor Presidente (1946)

Beckett, Samuel:

- Esperando a Godot (En Attendant Godot, 1952)*
- Final de Partida (Fin de Partie, 1957)
- Quiebros y Poemas (Mirlitonnades, Colección, 1998)

Bioy Casares, Adolfo:

- La Invención de Morel (1940)

Borges, Jorge Luis:

- El Aleph (1949)*
- El Hacedor (1960)
- El Libro de Arena (1975)*
- Ficciones (1944)*
- Otras Inquisiciones (1952)*

Bradbury, Ray:

- La Bruja de abril y otros cuentos (The April Witch, 1994)

Camus, Albert:

- El derecho y el revés (L'envers et l'endroit, 1937)
El extranjero (L'étranger, 1942)*
- El mito de Sísifo (Le mythe de Sisyphe, 1942)
- La peste (La peste, 1947)

Cortázar, Julio:

- Bestiario (1951)*
- Final del juego (1956)
- La otra orilla (1945)*
- Las armas secretas (1959)
- Todos los fuegos el fuego (1966)

Donoso, José:

- Este domingo (1966)

Dostoievski, Fiodor:

- El eterno marido (1870)
- El jugador (1866)
- La mansa (¿?)

Eliot, Thomas Stearns:

- La tierra baldía (The waste land,1922)*

Emerson, Ralph Waldo:

- Naturaleza (Nature, 1836)

Faulkner, William:

- El sonido y la furia (The Sound and the Fury, 1929)

Fitzgerald, Frances Scott:

- El Gran Gatsby (The Great Gatsby, 1925) 

Fuentes, Carlos:

- Aura (1962)*
- Cambio de piel (1967)
- Cantar de ciegos (1964)
- El naranjo (1994)
- Terra Nostra (1975)

García Márquez, Gabriel:

- Cien años de soledad (1967)*

Gide, André:

- La Sinfonía pastoral (La Symphonie pastorale, 1919)

Hemingway, Ernest:

- Adiós a las armas (A farewell to arms, 1929)
- El viejo y el mar (The Old Man and the Sea, 1952)*

Ibarguengoitia, Jorge:

- La ley de Herodes (1967)
- Maten al león (1969)

James, Henry:

- La vuelta de la tuerca (The turn of the screw, 1898)

Kafka, Franz:

- El proceso (Der prozess, 1925)
- La metamorfosis (Die verwandlung, 1915)*

London, Jack:

- El mexicano (The mexican, 1911)

Melville, Herman:

- Benito Cereno (Benito Cereno, 1855)

Nietzsche, Friedrich:

- Así habló Zaratustra (Also sprach Zarathustra, 1883, 84, 85)*
- El crepúsculo de los ídolos (Die Gotzen-Dammerung, 1889)*

Onetti, Juan Carlos:

- El pozo (1939)

Papini, Giovanni:

- Palabras y Sangre (Parole e Sangue, 1912)

Reyes, Alfonso:

- Visión de Anahuac (1917)

Rulfo, Juan:

- El llano en llamas (1953)

Saramago, José:

- El Evangelio según Jesucristo (O Evangelho segundo Jesus Cristo, 1991)

Sartre, Jean Paul:

El existencialismo es un humanismo (L'existencialisme est un humanisme, 1946)

Stendhal:

- La Abadesa de Castro (L'Abbesse de Castro, 1839)

Tolstoi, Liev:

- La muerte de Iván Ilich (1886)*
- La sonata a Kreutzer (1889)

Vargas Llosa, Mario:

- Los jefes (1959)
- Los cachorros (1967)

Wells, Herbert George:

- La máquina del tiempo (The Time Machine, 1895)

Yeats, William Butler:

- La Torre (The Tower, 1928)

*Relecturas: Hay algo que es mucho mejor que leer, y es releer, adentrarse más en un texto, enriqueciéndolo, porque uno ya lo ha leído. J. L. Borges

El decurso del año 2012 me deparó imborrables lecturas, entre ellas destaco: Terra Nostra de Carlos Fuentes, al parecer es la novela con más palabras en lengua española después del Quijote, es una vasta y ambiciosa empresa literaria, el solo leerla representa una ardua exploración del pasado remoto y del pasado inmediato; esta obra maestra funde todo el saber cultural de Fuentes, la novela es de un volumen anómalo: consta de 783 páginas. El proceso de Franz Kafka, esta obra es la piedra angular de la filosofía del absurdo; un hombre es condenado por un tribunal, no sabe quién le acusa ni por qué; el final es un ejemplo de lo desolador de nuestras existencias, la novela fue publicada póstumamente por el albacea y amigo de Kafka, Max Brod. La peste de Albert Camus, ésta vez Camus traslada su filosofía del absurdo al pensamiento colectivo, es El extranjero masivo (si se entiende la expresión); la peste bubónica asola a Orán, una serie de personajes nos dan un recorrido por la psique de los habitantes de la ciudad infectada. El jugador de Dostoievski, es un laberinto psíquico; un adicto al juego pasa de la opulencia a la podredumbre. La invención de Morel de Bioy Casares, es una extraña historia de amor, el amor más intenso suele ser ilusorio, el protagonista se enamora fervientemente de una ilusión y hará lo que sea para estar con ella; Borges escribió en el prólogo: ...no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta. La sonata a Kreutzer de Tolstoi, es un vertiginoso retrato de la vida conyugal que termina en tragedia a la sombra de Beethoven. Final de partida de Beckett, quizás, con Esperando a Godot del mismo autor, es la máxima representante del teatro del absurdo. Naturaleza de Emerson, un film, creo, se acerca a la experiencia de leer el libro: The tree of life de Terrence Malick. Ficciones y El Aleph de Jorge Luis Borges, figuran entre los volúmenes que releo año con año; tal vez no haya mejor prosista en lengua castellana, tal vez estos libros encierren toda la literatura. Otras Inquisiciones del mismo Borges, es una colección de ensayos que igualan en maestría a los ensayos de Russell, de Emerson o de Montaigne. 
Hasta aquí, es un bosquejo de las lecturas más sobresaliente en estos pasados doce meses.

Films:

Al igual que la literatura, el cine me ha forjado una vida más sufrible. A continuación ensayo una lista de diez films que a mi consideración son los mejores del año 2012 (en la lista aparecen tres películas estrenadas en el 2011 pero que llegaron a salas mexicanas este año; he descartado igualmente tres cintas de este año: The Master (Paul Thomas Anderson), Tabu (Miguel Gomes) y Beasts of the Southern Wild (Benh Zeitlin); no las he visto):

1.- Jagten (Thomas Vinterberg, 2012)
2.- Amour (Michael Haneke, 2012)
3.- Post Tenebras Lux (Carlos Reygadas, 2012)
4.- Holy Motors (Leos Carax, 2012)
5.- Melancholia (Lars Von Trier, 2011)
6.- Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)
7.- Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012)
8.- De Rouille et d'Os (Jaques Audiard, 2012)
9.- Detachment (Tony Kaye, 2011)
10.- Después de Lucía (Michel Franco, 2012)

Seguiré consagrando mi tiempo, en este 2013, a la lectura, al goce intelectual, a frecuentar exposiciones, a visitar salas de cine. Al fin y al cabo, el arte es lo único que nos quita las cadenas, que nos hace libres.

domingo, 16 de diciembre de 2012

A.- ¿Está muerto?
B (hastiado).- No, sólo duerme.
A.- ¿Está muerto?
B (igual).- No, duerme.
A (incisivo).- Parece muerto.
B (igual).- Sólo duerme.
A (con desdén).- Y tú, ¿estás muerto?
B (con lasitud).- Eso parece.
A (abúlico).- Y yo, ¿estoy muerto?
B (igual).- No mientras él te sueñe.
A (igual).- Ah.
Silencio

jueves, 6 de diciembre de 2012

Mutua muerte


El milagro, si tal sustantivo es válido, ocurrió, si no mal recuerdo, en el arduo verano del ochenta y nueve. En enero de aquel año trabé amistad con Hilario Figuérez, un hijo de campesinos michoacanos con una pequeña residencia en Coyoacán. Las circunstancias en las que nos conocimos ahora me son, casi a los sesenta y cuatro años, irrecuperables. 
Hilario, no sin razón, tenía fama de borracho y pendenciero; nos batimos varias veces en callejones y cantinas antes del suceso que aún sigue siendo causa de mi más pertinaz perplejidad.

Aquella noche -serían cerca de las nueve- un hombre de taciturnos rasgos nos detuvo en una esquina de Reforma. Se cuadro frente a nosotros y nos exigió, navaja en mano, nuestras carteras; Hilario, ofuscado por su habitual temeridad, no logró mitigar sus impulsos y trató de acometer al sujeto. Se entreveraron y bruscamente cayeron al piso. Hilario resolló fuertemente un grito cuyo eco se perdió lacónicamente entre los edificios adyacentes. Tenía el cuchillo tajándole en el vientre y las manos maculadas con la plétora de su negra sangre. Removí cuidadosamente el cuchillo -supe después que esto fue un acto pernicioso- y le di alcance al sujeto que ya corría sobre la avenida. Impulsivamente penetré cuatro o cinco veces los costados del maleante y lo dejé morir sobre el adoquinado de piedra.

Figuérez murió a mi regreso. Lo encontré yacente y empapado sobre un charco de oscura sangre. Recuerdo haber corrido largamente bajo el influjo de una sirena y la persistente intermitencia de una luz azul y roja: una patrulla me perseguía.
Bajé al metro y los perdí. Llegué tarde y abrumado a mi casa, en el recibidor había un espejo, lo miré de soslayo y me turbó la aparición de un extraño hombre. Temí que fuera un ladrón y que esa madrugada me deparara un segundo encuentro malhadado. Sujeté el perchero y me aproximé a la sala. No hallé a nadie. Lentamente recorrí la totalidad de las recámaras y encontré lo mismo: nada. Volví a la sala y me recosté en el sillón de piel. Observé la velada pantalla del televisor y en el opaco reflejo vi al hombre antes percibido en el espejo. Salté del sillón y oteé alrededor, descubrí lo ya conocido: la mesa de cristal a mis espaldas, el librero en el muro del fondo, el tocadiscos junto a la ventana. Azorado, vi de nuevo, para asegurarme, el reflejo en la pantalla y el ajeno hombre apareció y mis movimientos dibujaban los suyos.
Troté perplejo hacia el espejo y lo entendí. Mi rostro había cambiado, pero no sólo eso, mis rasgos eran los mismos rasgos taciturnos del sujeto que, embriagado por la cólera, había acuchillado unas horas atrás. Mi esposa seguía agonizante el la cama y no había nada en el refrigerador. Me arrellané en el raído sillón de lona. Hilario salió a la tienda. Casi no lamenté haber asesinado a aquel hombre para quedarme con su cartera.