Una lápida,
muerte pétrea,
contenedor de vapores infectos,
de vahos nauseabundos
y de pútridos y deformados seres.
Una lápida,
confidente de melancolías,
confesionario de arcaicos pecados,
y blasón de olvidadas alegrías.
Un mar de lápidas
de ondas espectrales
y playas y brumas densas
y tristes bienvenidas.
ciudades en la necrópolis,
sórdidas bajo la luna,
eternas en la soledad,
perpetuas en el silencio.
Una lápida
diez lápidas
cien lápidas
mil lápidas...
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